El cambio que estamos presenciando en
la realidad es global, sistémico y asincrónico.
Atrás quedó el interrogante sobre su
natureza. ¿Está basado en la realidad o conforma un simple fenómeno
epistemológico? En otras palabras ¿existe el cambio
realmente, o sólo nos parece que todo cambia por la
enorme cantidad de información que antes no poseíamos y ahora sí,
sobre los distintos procesos de la realidad?
A esta altura, la respuesta es clara: el cambio existe.
Cierto es el acelerado incremento de
instrumentos de observación y medición de lo muy pequeño y de lo
muy grande que pone en nuestras manos conocimientos de realidades que
existían sin que los seres humanos siquiera las percibiéramos. Pero... más allá de estos instrumentos, y también probado por ellos mismos, la dinámica del cambio es apabullante.
En lo pequeño, la dinámica de la
realidad cuántica en las dimensiones espaciales y temporales
cercanas a su límite aún sigue sorprendiendo, a pesar de haber sido
profundizada durante todo el siglo XX y utilizada en la vida práctica
para el desarrollo de infinidad de objetos que cambiaron la vida
humana, desde los sensores fotoeléctricos hasta los sistemas
integrados, los celulares y los viajes espaciales. El sistema de
posicionamiento global (GPS), la Inteligencia artificial y la propia
Internet son apenas una muestra de un proceso que comienza recién a
acelerarse exponencialmente.
En lo grande, el creciente conocimiento
-y ampliación de las incógnitas aún no conocidas- sobre la
naturaleza, límites y expansión del universo impide terminar de
colocar las piedras que faltan en los cimientos de la comprensión
del funcionamiento de la realidad. El obsesivo ocultamiento con que
la gravedad cuántica resiste mostrar sus cartas hace que la “teoría
del todo” siga siendo borrador y aún que el “modelo standard”,
con todas las pruebas que ha pasado, siga siendo un supuesto
incompleto.
En la práctica, el “cutting edge”
de la ciencia y la tecnología termina desarrollándose aún sin
comprenderse cabalmente por qué pasan las cosas en lo más profundo de
su esencia. Solo se sabe que haciendo determinadas cosas, pasan otras.
Pero también se asume que pasan cosas sin que podamos preverlas,
solo generadas por la aleatoriedad y la dinámica en el fondo caótica
de la realidad compleja.
Es tradicional mantener a estas
reflexiones en el campo de la filosofía, o incluso de las ciencias
duras. Curiosamente, las ciencias sociales son las que menos se
detienen a reflexionar sobre los límites de sus conocimientos y
consecuentes predicciones.
La consecuencia es inexorable: cada vez
se pueden prever menos los rumbos que tomará la realidad. La
ciencia social más desarrollada, la economía, es una demostración
cabal de sus límites.
Un ejercicio práctico lo demostrará
crudamente: analizar los diagnósticos y pronósticos aceptados como
verdades sólidas en algún momento del último medio siglo y
comparar las previsiones con lo que luego realmente pasó. En muy
pocas ocasiones esas predicciones se cumplieron.
No obstante, el sistema sigue
realizándolas, mostrando una característica inherente a la
condición y a la sociedad humana: su necesidad de paradigmas
interpretativos de la realidad, aunque se sepa de antemano que no
funcionan.
No son temas menores. Son creencias que
afectan la vida -y la muerte- de millones de personas. Los
totalitarismos del siglo XX fueron en este sentido el extremo, pero
no los únicos. Nadie puede sostener que los millones de alemanes que
respaldaron a Hitler lo hicieron sin estar convencidos que estaban
construyendo una sociedad mejor. Ni hablar de los cientos de millones
que respaldaron las experiencias del “socialismo real”. Los
doscientos millones de muertos que entre uno y otro provocaron no
sólo a sí mismos sino al resto de la humanidad fueron el saldo
fatal de estas creencias.
Ambas experiencias parecían responder
a construcciones “científicas” y así pretendían serlo. La
búsqueda de la pureza de la raza aria, en un caso. La sociedad
igualitaria construida por “la clase obrera”, en el segundo.
En ambos casos, la herramienta práctica
fue la misma: la utilización del Estado en forma coercitiva para
alinear la conducta de las personas. En ambas, el objetivo parecía
no sólo entusiasmante sino lógico, apoyado en afirmaciones, hechos
y razonamientos que se consideraban social y hasta "científicamente" aceptados. Por no
hablar del florecimiento insurreccional de los años 60 y 70 del
siglo XX, con justificaciones teóricas y ejemplos “heroicos” que
con los paradigmas interpretativos aceptados mayoritariamente hoy no
fueron más que aventuras en muchos casos criminales.
La persistencia de esas convicciones,
aún luego de haber mostrado sus demoníacos resultados, resulta tan
obsesiva como el ocultamiento del evasivo “gravitón”. Aunque
suene ajeno a cualquier lógica, aún hoy siguen teniendo convencidos
sostenedores, como los creyentes en la tierra plana. Claro que mucho
más peligrosos, porque siguen poniendo en riesgo -o directamente,
segando- la vida de personas.
Los ejemplos son extremos, pero aunque
ubicados en las zonas terminales del eje “ideológico” del
entendimiento humano, están unidos por un hilo que atraviesa todas
las zonas intermedias, no sólo desde Kim Jong Un hasta Maduro o
desde Trump a Putin, sino por populismos de diversas “ideologías” (sea lo que fuere que ésto quiera decir) y aún dirigentes que llegan al poder por elección mayoritaria pero
que aceptan con naturalidad la posibilidad de usar el poder más allá
de los marcos y limitaciones legales. Tal vez Turquía
pueda ser mostrada como un ejemplo, al igual que Nicaragua, Cuba,
Irán o la propia Argentina.
Estas reflexiones desembocan en la
necesidad de un esfuerzo intelectual, abierto y fresco, para entender
las características del cambio rápido y asincrónico que vive hoy
la humanidad. Abarca, como vimos, a la ciencia y el conocimiento.
Pero también a las ideas, a las tecnologías y a la comprensión del
funcionamiento social.
Este blog se moverá en ese marco.
Formulará proposiciones. Alentará los debates respetuosos y
francos. Estará dispuesto a aceptar visiones y opiniones diferentes
y esperará similar disposición.
Aspira a ser simplemente un pequeño
aporte a la comprensión de este polifacético cambio global que nos
está tocando atravesar.
Ricardo Lafferriere
Buenos Aires, julio de 2020
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LAS CLAVES DEL MUNDO ACTUAL
Juan Avilés - Rosa Pardo - Isidro Sepúlveda

La acelerada sucesión de acontecimientos que cada día anuncian los medios de comunicación nos crea una sensación de caos: la agitación en superficie nos impide ver las tendencias de fondo. Este libro ofrece unas claves de interpretación que permitan comprender, más allá de los sucesos, las grandes líneas de la transformación que está experimentando el mundo desde aquella noche de noviembre de 1989 en que la caída del Muro de Berlín pareció marcar el inicio de una nueva era. El desarrollo económico y el desarrollo humano, la transición demográfica y la afirmación de los derechos de la mujer, el avance de la democracia y la persistencia del autoritarismo, la guerra y la paz, la educación y la ciencia, el medioambiente y el ciberespacio son algunos de los grandes temas que se exploran en la primera parte del libro. La segunda se centra en las grandes áreas del mundo actual: Rusia, Asia oriental, India y Pakistán, Oriente Medio y Norte de África, África subsahariana, América Latina, Estados Unidos y Europa. Esta nueva edición aborda la inquietante situación actual, marcada por el avance del autoritarismo en países como Rusia y Turquía, el ascenso de China como gran potencia, las tensiones internacionales generadas por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y la decisión británica de abandonar la Unión Europea. Juan Avilés, Rosa Pardo e Isidro Sepúlveda son respectivamente catedrático y profesores titulares de Historia Contemporánea en la Universidad Nacional de Educación a Distancia.
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Patriotismo frente a agenda globalista
UN MUNDO QUE CAMBIA
César Vidal
El 26 de diciembre 1991, tuvo lugar un hecho de extraordinaria importancia en la Historia universal. Se trató de la disolución de la Unión Soviética, un acontecimiento de enormes repercusiones que pocos habían previsto. A decir verdad, sólo el historiador Andrei Amalrík y el premio Nobel Alexander Solzhenitsyn , disidentes rusos, habían tenido el valor y la visión para anunciar que semejante seísmo tendría lugar. Aunque es indiscutible que la Guerra fría concluyó, no son pocos los que pretenden seguir analizando la situación actual del globo desde la perspectiva de un período histórico que terminó hace cuatro décadas. Pretender comprender el presente con paradigmas de la Guerra fría - incluso con los de izquierdas y derechas - constituye una equivocación de consecuencias perjudiciales. La Historia ha seguido avanzando y al igual que habría constituido una necedad pretender comprender la Europa de finales del siglo XIX sobre lo que fue la vida de Napoleón, destronado definitivamente en 1815, es absurdo, e incluso ridículo, entender nuestro mundo sobre la base de la Guerra fría. Nuestro mundo ha seguido cambiando desde 1991 y lo que resulta aún más relevante es que ese conjunto de cambios es constante e implica desafíos colosales con los que nunca antes ha tenido que enfrentarse el género humano. Lejos de ser la democracia y la libertad realidades que se imponen de manera casi natural, lo cierto es que se encuentran más amenazadas que nunca y que esa amenaza no sólo es externa sino, en buena medida, también interna. Un mundo que cambia es un intento de explicar que es verdaderamente la democracia y su fragilidad, y que es la agenda globalista, la cual amenaza a el patriotismo y la continuidad de la misma democracia.
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EL GREEN NEW DEAL GLOBAL
Jeremy Rifkin

Si bien el Green New Deal se ha convertido en una sensación de la noche a la mañana dentro de los círculos activistas, también está ganando peso como movimiento paralelo dentro de la comunidad empresarial global y va a sacudir los cimientos de la sociedad en los próximos años. Los sectores clave que conforman la infraestructura de la economía mundial se están desvinculando rápidamente de los combustibles fósiles y están apostando por las energías solar y eólica. Asimismo, estudios recientes han dado la voz de alarma sobre la posibilidad de que el abandono de las viejas energías del siglo XX por las nuevas energías verdes más baratas del siglo XXI dé lugar a un billón de activos varados, creando así una burbuja de carbono que probablemente explote en 2028 y que llevaría al colapso de la civilización de los combustibles fósiles.
El mercado ya está dando señales de dicho cambio y cada gobierno tendrá que seguir al mercado o enfrentar las consecuencias. Los gobiernos que lideren la ampliación de una nueva infraestructura verde con cero emisiones de carbono y creen nuevas oportunidades de negocio, así como el empleo que las acompañan, se mantendrán a la vanguardia. Los demás estarán condenados.
La concurrencia de una burbuja de activos de combustibles fósiles varados y una nueva visión política en clave verde abre la posibilidad de un cambio de paradigma global masivo hacia una era ecológica post-carbono. Todo ello con la esperanza de impedir a tiempo que un aumento de la temperatura del planeta nos lleve al borde del colapso por el cambio climático.
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Y EL IMPRESCINDIBLE:
EL PLANETA INHÓSPITO
La vida después del calentamiento
David Wallace-Wells

Una vez hemos reconocido que nuestro mundo llega a su fin, ¿qué podemos hacer?
Este sobrecogedor relato de cómo estamos precipitando el planeta hacia su Armagedón nos descubre amenazas inimaginables hasta en nuestras peores pesadillas.
Es peor, mucho peor, de lo que imaginas.
Hoy, la subida del nivel del mar es una causa de alarma generalizada entre aquellos que ya han abandonado el sueño pernicioso de que el calentamiento global es un mito. Sin embargo, no es ni siquiera la punta del gigantesco iceberg de horrores inimaginables que amenazan la vida en la Tierra: incendios, huracanes, sequías, inundaciones... Todas estas inquietantes manifestaciones del cambio climático, ya recurrentes para millones de personas, son solo un adelanto de lo que está por llegar: hambrunas, plagas, un aire irrespirable, migraciones cada vez más masivas, el colapso económico e incluso conflictos armados globales.
Con una precisión y una lucidez que estremecen, David Wallace-Wells construye el relato caleidoscópico de las consecuencias que tendrá, tan solo dentro de una generación, nuestra impasibilidad ante la crisis ecológica. Incidiendo con crudeza en cómo hemos fracasado al imaginar y, ante todo, promulgar un mejor porvenir, El planeta inhóspito nos transporta a un futuro inminente y nos sirve la reflexión definitiva de cómo hemos devastado nuestro propio hogar; todo ello en clave de una ferviente y aún más apremiante llamada al cambio.
Reseñas:
«Aunque estos días no tengo la concentración necesaria para leer otra cosa que no sean noticias, he pensado constantemente en este libro, que advierte sobre las devastadoras consecuencias del calentamiento global, un proceso que ya comenzó. Las pandemias son una de ellas, así como la escasez de agua, las hambrunas, el colapso económico. Si no cambiamos nuestra depredadora relación con la naturaleza, este horroroso capítulo que estamos viviendo es apenas el preludio de lo que nos espera.»
Liliana Colanzi, Babelia ("Lecturas para la cuarentena")
«Un antes y un después en todo lo que se ha escrito del cambio climático.»
Carlos Fresneda, El Mundo
«Un libro que tenemos que leer si no queremos que nuestros nietos nos maldigan.»
Timothy Snyder
«Un libro penetrante, que a la vez me da miedo y esperanza sobre el futuro.»
Jonathan Safran Foer
«David Wallace-Wells ha generado intencionadamente una sobrecogedora polémica, a caballo entre los estilos de Stephen King y Stephen Hawking. Este libro te coge totalmente desprevenido y te ahoga en un río desbordante de prosa increíblemente lírica que te convence de la inminencia del Armagedón. Vehemente y perspicaz, describe los horrores de la extinción de nuestra especie con un entusiasmo escalofriante y llega a nuestras manos justo en el momento de mayor urgencia. Espero que todo el mundo lo lea y sienta pavor.»
Andrew Solomon
«David Wallace-Wells sostiene que el impacto del cambio climático será mucho más grave de lo que piensa la gente, y está en lo cierto. Una obra tan oportuna como estimulante.»
Elisabeth Kolbert
«Fascinante, terrorífico, propicia una lectura frenética. Este libro es posiblemente el testigo más completo hasta la fecha sobre cómo el cambio climático va a transformar todos y cada uno de los aspectos de nuestras vidas, desde donde vivimos hasta lo que comemos, pasando por las historias que contamos. De obligada lectura para comprender un mundo que cada vez nos es más extraño e impredecible.»
Amitav Gosh
«Es un libro que tenemos que leer si no queremos que nuestros nietos nos maldigan.»
Timothy Snyder
«Una advertencia: cuando los científicos concluyen que el peor de los casos previstos para el calentamiento global no era más que optimismo injustificado, quizás es hora de alarmarse. Al menos, esa fue mi reacción cuando terminé de leer este brillante e implacable análisis de Wallace-Wells sobre una pesadilla que nos acecha, pues no se enmarca en un futuro lejano, sino en un presente caótico y apremiante.»
Mike Davis
«Una descripción rigurosa y lúcida de una crisis sin precedentes y de los mecanismos de negación a los que recurrimos para evitar reconocer su preocupante e innegable existencia.»
William Gibson
«El planeta inhóspito es el libro más terrorífico que he leído jamás. Su tema es el cambio climático y, sus métodos, científicos, pero la epicidad de su tono recuerda a la grandeza del Antiguo Testamento. El autor se ha documentado meticulosamente y organiza un horripilante viaje a través de un paraje que concentra las catástrofes que pronto van a engullir nuestro planeta a medida que se calienta.»
Farhad Manjoo, The New York Times
«Potente y evocador. Wa